martes, 7 de octubre de 2014

MAMÁ NO HAY MÁS QUE UNA


Una de las cosas más increíbles de la maternidad para mí es el hecho de que hay una persona en el mundo que me llama MAMÁ, que yo soy la MAMÁ de alguien, un alguien especial, único y que no hay otro igual ni nunca lo habrá, un ser irreemplazable, para el cual, yo soy SU mamá, la única, no hay otra igual y para la que de la misma forma soy irreemplazable y siempre lo seré. Esto es un hecho mamás, un hecho que nos puede llevar desde un amor indescriptible hasta un temor abrumador, especialmente en las primerizas como yo, con todo lo que ser madre conlleva, pero que desde el primer momento que vemos a nuestros hijos, pequeños e indefensos en la sala de maternidad quedamos para siempre cautivados, enlazados a ellos. Aquí empieza una nueva vida para la nueva MAMÁ, y esta incluye a sus hijos en todos los aspectos, a partir de este momento ya no podemos separar la persona, de la mamá que ahora somos y que siempre seremos.


Sin embargo, con todo el amor que tengo por mi hija me encontrado en momentos complicados en los que he tenido ganas de salir corriendo y volver a tener el control de mi tiempo, de mi espacio, de mi vida y luego he mirado a ese ser precioso que me levanta los bracitos, que anhela mi compañía, que me necesita y me llama MAMÁ a mí, porque YO soy su mamá. Me sobrepongo a mis 5 minutos de neurosis para abrazar a mi hijita y darme cuenta que no hay, ni habrá nada más significativo en mi vida que ella. Siempre podemos tomarnos una tarde y pedirle a alguien de confianza que cuide a nuestros hijos pero no podemos ausentarnos permanentemente.


Rompe mi corazón ver a un niño con padres crecer sin ellos, padres abstraídos en su propio mundo, ¿qué sentimientos de rechazo y soledad están inundando el pequeño corazón de ese niño?. Si escribo sobre esto es porque lo he visto de cerca y me ha dejado muy mal, hablo de hechos. Aún más por tratarse de la madre, yo soy madre y no puedo permanecer indolente. Mamá esta bien desarrollarte profesionalmente, alcanzar tus metas y proyectos, tener tu propio espacio y aficiones, tu vida social, sientes que es tu derecho, está bien, pero no sacrificando el vínculo emocional con tus hijos, el precio es muy alto. No podemos negarles a nuestros hijos lo que por derecho es de ellos, nuestra presencia, a su mamá. Mi madre siempre trabajó y trabaja pero no hubo ni un sólo día que ella no nos demostrará que éramos su prioridad y que a pesar de lo terribles que éramos anhelaba estar con nosotros.


Me entristece mucho ver que existan casos en los que algunas madres buscan reemplazos o sustitutos para la crianza de sus hijos, trasladan la responsabilidad a las abuelas, a las nanas, guarderías, clases extracurriculares, es decir a terceras personas con la finalidad de desligarse y en este punto no quiero que me malentiendan, aquí no me refiero al ausentismo forzado por razones de trabajo, estudio u otro sino al ausentismo intencional, a la indiferencia afectiva. Porque si sucede y lo he visto, y es que el sacrificio, la entrega, la renuncia por el bienestar del hijo muchas veces se va a anteponer a nuestro bienestar e interés personal, qué haremos?, qué decisión tomaremos?, es difícil pero la verdad es que no existe maternidad ni buena crianza sin sacrificio. 


Sin ir a los extremos y sin ánimo de añadir angustia a los corazones de las madres que aún tratan de balancear sus tiempos, criemos con amor, estemos disponibles para nuestros hijos dentro de nuestras circunstancias, pues nosotras somos sus mamás. La maternidad es un regalo, no una carga.

  • Ana Paula, mi hija, dice que mi nombre es MAMÁ y yo le digo que no, que mi nombre es Maricarmen y ella me corrige y me dice: Nooo, tu nombre es MAMÁ, ….-Sí hijita mi nombre es MAMÁ, yo soy tu mamá.

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