martes, 21 de octubre de 2014

NO HAY DOS MAMÁS IGUALES


Desde que sales embarazada e ingresas a ese mundo desconocido de la maternidad que de repente en algún momento te lo imaginaste y no era nada parecido sino que mucho más bello y mucho más desafiante, una de las cosas que puede llegar a angustiarte es: ¿Seré una buena madre? y para colmo de males siempre encontrarás opiniones que te harán sentir que “no lo eres”, porque realizas o no alguna práctica de cuidado y crianza determinada como si eso fuera a definir lo buena o mala madre que eres, como si todas tuviéramos que seguir el mismo patrón. Pero así como cada niño es diferente y único, cada mamá también, cada una con ese diseño único, especial, con habilidades, intereses, talentos, personalidad y experiencias particulares. Me gusta pensar que no es casualidad que tengamos diferencias, no es cuestión del azar sino que es en esa diversidad que nos enriquecemos unas de otras, aprendemos a aceptarnos y aceptar a los demás, aprendemos a convivir y nos complementamos. Las personas no somos hechas en masa, en una línea de producción, si todas las mamás fuéramos iguales que aburrido sería no? 


Pero no importa que tanto te esfuerces por hacerlo bien y que vean lo buena madre que eres, siempre habrá críticas, siempre habrá alguien que señale tus errores, entonces no hagas nada por agradar a los demás o por demostrar algo, ni trates de ser alguien que no eres, imitando de repente a alguien más, sé real, lo importante es quién eres cuando nadie te ve, quién eres en lo privado, en el núcleo familiar, hazlo por ti y por tus hijos, siendo la persona que Dios quiere que seas. Creo que el juzgar a otros puede tener una raíz de descontento acerca de nosotras mismas y lo proyectamos, si no nos aceptamos a nosotras mismas nunca podremos aceptar a los demás, no podemos dar lo que no tenemos.

Si bien hay prácticas de crianza muy buenas, unas más novedosas que otras, unas que nos agradan más que otras, no me imagino que nuestros hijos se impresionen mucho con eso más que con el tiempo y el amor dedicado y demostrado en distintas formas, porque bien podría dar de lactar a mi hijo hasta los 5 años y sin embargo ser indiferente y severa, puedo portear a mi hijo todo el día y no voltear a mirarlo o siquiera hablarle por estar con la compu o el celular, puedo estar todo el día en casa con ellos y prestar más atención a mi novela que a mis hijos. No se trata de que prácticas realizamos, nada de eso importa si no practicamos el amor, el cuidado y nos esforzamos por formarlos y dedicarles tiempo de calidad, lo demás son formas, conceptos.

Cuando mi hija crezca no espero que me diga: mami gracias porque me diste o no me diste teta o biberón, mami gracias porque me porteaste o no todo el día o gracias porque nací por cesárea o parto natural... quiero que me diga: mami gracias porque me enseñaste a quererme como soy, mami gracias porque siempre estás allí para mi, mami gracias por enseñarme a respetar y amar a otras personas, mami gracias porque me enseñaste a esforzarme, mami gracias porque me enseñaste a ser de bendición para otros y me enseñaste a amar a mis hijos, mami gracias porque me inspiraste...

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