jueves, 2 de julio de 2015

NADA TE PREPARA PARA SER PAPÁ


En todos mis posts siempre les he compartido sobre esta hermosa y caótica vida de padres desde mi punto de vista como mamá, mis vivencias, mis alegrías, mis emociones y mis luchas pero en este camino no estoy sola, está mi otra mitad, mi esposo, el papá de mi hija, quien vive y siente al igual que yo el reto de la paternidad con sus subidas y bajadas. Él también tiene mucho que decir y compartir con otros padres lo que ha experimentado en estos 4 años y que si se lo hubieran contado antes, no se lo hubiera creído, porque nada te prepara para ser papá, no existe una fórmula mágica, lo descubres en el camino. Te invito a leer lo que ha sido hasta el día de hoy su experiencia como papá:


Hola soy Francisco, el esposo de Maricarmen y padre de Ana Paula nuestra pequeña de 4 años. En esta ocasión Maricarmen me ha permitido invadir su espacio en el ciberespacio para compartir con ustedes un poco de mi experiencia como esposo y padre de nuestra pequeña o como le decimos en casa nuestra “caramelito”. 

Primero quisiera compartir un poco quién soy, un poco de mi experiencia de vida y a qué me dedico, porque esto tiene mucho que ver con lo que les quiero compartir. Viví en Estados Unidos entre 1990 y 1999. A los 17 años terminé el High School (secundaria) allá, luego trabajé limpiando oficinas y baños mientras estudiaba carpintería. Posteriormente trabajé en este oficio por años aprendiendo mucho, a veces a las buenas y muchas veces a las malas. Definitivamente fue algo que me hizo madurar a la fuerza y ser responsable. Pasaron los años y muchas otras cosas más pasaron. Regresé a Perú en noviembre de 1999, conocí a Maricarmen en el 2001 y nos casamos en agosto del 2003. Aquí en Perú trabajé como valet parking, chofer privado, vendedor de libros, profesor de inglés, luego estudié música, trabajé como director musical en una iglesia y finalmente empecé a trabajar como traductor para una ONG extranjera que ayuda a niños en extrema pobreza aquí en Perú gracias al apoyo de padrinos de todas partes del mundo. 

Cuando miró hacia atrás y recuerdo todo lo que he aprendido y todo lo que he vivido, me pongo a pensar y digo que en verdad son cosas que me han preparado para enfrentar muchos retos en la vida. Pero cuando asumí el reto de ser padre la realidad es que todo eso me ayudó muy poco en esta aventura que, mientras tenga vida, no se acaba y en la cual sigo aprendiendo.

Cuando Maricarmen salió embarazada mucha gente nos decía: “Su vida ya no va a ser la misma”. Nosotros pensábamos “Que exagerados”. Mi idea de criar un hijo era lo que uno ve en la televisión básicamente. El niño nace, lo crias , lo cuidas, le das de comer, cambias pañales, le das una educación, se casan y ya está, te graduaste como padre. Pero todos los que somos padres sabemos que no es así.

Ana Paula nació prematura bajo terribles circunstancias. Maricarmen tuvo una cesárea de emergencia porque nuestra hijita se estaba muriendo ya que Mari había contraído paperas y su cuerpo estaba rechazando el feto. Entonces, sin planificarlo mi vida como padre empezó en la sala de emergencias con una niña prematura que nació con Apgar 1 y ahora estaba en una incubadora luchando por su vida y una esposa con el virus de las paperas, con riesgo de perder el útero y en cuidados intensivos. Ninguna experiencia laboral ni educativa me preparó para esa situación. Siento que nada de lo que había aprendido en esta vida me ayudó en ese momento. Esa noche la pasé en la clínica esperando noticias de los doctores acompañado de mi suegra, mi cuñado y unos amigos. Orando para que las dos se recuperaran y ambas puedan salir con bien de este estado crítico. La verdad que no estaba preparado para encarar todo esto. Nunca me imaginé que mi primer día como padre iba a ser así. 

Mi familia vive fuera del país, así que el único familiar cercano en ese momento era mi suegra que fue un gran soporte en ese momento. Recuerdo que al día siguiente regresé a casa para descansar, a pedido de mi suegra, y les digo que a pesar de haber vivido sólo buena parte de mi vida, nunca me había sentido tan sólo, ni había sentido la casa tan vacía, como esa noche cuando me eché a dormir y hasta soy honesto en decir que lloré.

A los pocos días Maricarmen salió de alta, Ana Paula fue trasladada al hospital Rebagliati donde después de tres semanas extenuantes y de constantes luchas y preocupaciones mi hijita fue dada de alta. Pero eso fue solo el comienzo, luego vinieron las terapias físicas en casa (que tuve que aprender y realizar) y los mil chequeos médicos por casi un año y medio hasta que finalmente Ana Paula, se puede decir, estaba fuera de peligro. La carga emocional en Maricarmen y en mí era tan grande que muchas veces nos irritábamos por cosas insignificantes y tengo que admitir que esto nos llevaba a tener constantes discusiones. Nada me había preparado para esto. Luego, tuvimos que lidiar con el tema de las constantes crisis alérgicas  de nuestra hija y además, el hecho de que no empezó a comunicarse verbalmente hasta los tres años, pero estas fueron cosas leves en comparación con lo que ya habíamos pasado.

Pero no todo es tragedia en esta historia, doy gracias a Dios porque ahora Ana Paula es una niñita normal, inteligente, juguetona, súper activa, chistosa, terca (como yo), cariñosa y que tiene muchas otras virtudes, aún a pesar de haber nacido con Apgar 1 ya que esto pudo derivar en ciertas limitaciones físicas de por vida y que son irreversibles. Ella es en verdad un milagro de Dios.

Hoy en día mi caramelito y yo nos amamos mucho, nos parecemos demasiado, tanto en carácter como físicamente. Quien diría que alguien como yo, que de adolescente escuchaba canciones de Iron Maiden y Metallica, ahora iba a estar cantando “My Little pony, me preguntaba que era la amistad…”. Quien diría que alguien como yo, que no veía la hora que termine “Candy” para ver “Mazinger Z” y “El Vengador” ahora se siente con su hija a ver “Frutillitas”. Quien diría que alguien como yo, que en algún momento quiso ser futbolista profesional o soldado del ejército, ahora estaría jugando a la cocinita con su niña de 4 años. Quien diría que mi vida como padre iba a ser tan milagrosa e increíblemente espectacular.

Esta experiencia me ha cambiado la vida totalmente y ha cambiado mi carácter de manera radical. Antes era más volátil, colérico y no medía mis reacciones o las consecuencias de ellas, ahora con mi hijita he aprendido a ser paciente, comprensivo, sensible y amoroso, sobre todo con ella, porque todo el que es padre sabe que a veces los hijos te pueden sacar de tus casillas. He aprendido mucho al convertirme en padre y aún sigo aprendiendo porque a veces me dejo llevar por mi mal carácter. 

En verdad nada de lo que viví previo al nacimiento de Ana Paula me preparó para ser el padre que soy y seré porque nunca se deja de aprender en esta gran aventura. Tengo muchas cosas más por aprender, mejorar y cambiar y yo sé que Dios y mi familia me ayudarán en el proceso. Las cosas en la vida pueden cambiar sin previo aviso como me pasó a mí y a mi familia. Si ese es tu caso, te animo a que perseveres, tengas fe en Dios y mires hacia adelante, todo es pasajero en esta vida. Llegará el día cuando los hijos dejen el nido para hacer sus propios nidos, pero nosotros nunca dejaremos de ser padres. Quién lo diría.
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