sábado, 6 de febrero de 2016

MAMÁ TAMBIÉN TIENE MIEDO


La otra noche tuve un sueño horrible, la pesadilla de toda mamá, soñé que Ana Paula se había perdido y en mi sueño la buscaba, la llamaba por su nombre y no aparecía y podía sentir cómo mi corazón latía fuertísimo y la angustia se apoderaba de mí, el terror… cuando en eso despierto, muy agitada, angustiada, casi al borde del llanto y al abrir los ojos allí estaba ella, mi hijita echada en su cama, durmiendo plácidamente, como un angelito, el sentimiento de alivio y gratitud a Dios que experimenté en ese instante fue increíble, el sueño parecía tan real. Puedo deducir que este sueño se debió al hecho de que el día anterior estuve leyendo sobre algunos casos de niños perdidos, un artículo en internet, y el impacto de las historias me provocaron este mal sueño, esto me pasa cada vez que leo, escucho o me entero de alguna historia de accidentes o sí al hijo de fulanito le pasó tal o cual cosa entonces los miedos aparecen, consciente o inconscientemente y esto es algo que creo nos pasa a la mayoría de mamás, incluso desde que nos enteramos que estamos esperando un bebé, el miedo de que algo malo suceda en el embarazo, en el parto o con el bebé nos acecha, a veces ni lo mencionamos pero está allí, en mi caso el tener a una bebé prematura disparó aún más mis miedos, por eso sé de lo que les hablo.


Las madres también sentimos miedo, cuando converso con otras mamis puedo notarlo, hay miedos que compartimos, el miedo a que algo les pase, entonces reforzamos la seguridad en casa, en el auto, en la calle, etc, lo cual me parece perfecto, nos volvemos más prudentes, incluso si antes de tener hijos no lo fuimos, ese instinto de precaución o prevención está allí, es natural, hasta cierto punto normal, así como el amor que sentimos por nuestros hijos. Eso que dicen de que las madres nunca vuelven a dormir como antes de tener hijos, es cierto, y en parte se debe al hecho de que dormimos con un ojo abierto y otro cerrado, siempre al tanto, siempre en estado de alerta, y esto sin importar la edad del hijo, pues los miedos van cambiando a medida que ellos van creciendo, cada etapa trae sus propios temores y convivimos con ellos, sin embargo, me pregunto hasta qué punto debemos luchar contra este instinto de supervivencia? pues a la verdad el miedo es casi como un mecanismo de defensa, pero... es importante no dejarnos paralizar ni controlar por él, por un lado porque podemos transmitirles nuestros miedos a los hijos, los volvemos niños temerosos y por otro lado porque nos puede llevar casi a la paranoia, la imaginación es “la loca de la casa” si nos controla, entonces ¿Cómo evitar esto?

Es difícil, el miedo nos mueve o nos paraliza, es un sentimiento que no nos deja avanzar ni emprender nada nuevo, conjeturamos sobre las cosas que podrían pasar, pero si observamos a nuestros hijos, ellos se sienten seguros con nosotros, no porque seamos invencibles o porque tengamos el mejor sistema de seguridad en casa sino porque se saben amados, porque frente a cualquier cosa que les suceda estaremos allí, acudiremos a ellos y los cuidaremos, el amor de los padres presentes es el mejor refugio seguro para ellos. Está bien tomar las precauciones del caso en el cuidado de nuestros hijos, pero frente al miedo que se gesta en nuestro interior yo lo veo de esta forma: seamos más como nuestros hijitos, si miramos a Dios como a ese Padre amoroso que está allí para ayudarnos a superar tormentas y miedos, esa confianza en el Padre Celestial siempre accesible nos hace sentir seguros, nos fortalece, aún en medio de reveses, conflictos y dolor, la fe no es ausencia de problemas o emociones como el miedo, sino que ésta nos permite superarlas. 

Y tú, ¿a qué tienes miedo?


“Ser madre es ver las fortalezas que no sabías que tenías y descubrir los miedos que no sabías que existían”
Linda Mooten


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