Que tus hijos te digan: Mami te quiero mucho, esas son las palabras más bellas para los oídos de una madre, nos derretimos con cada expresión de amor de nuestros hijos, besitos de buenas noches, abrazos, tarjetas y dibujos hechos por ellos mismos que guardamos religiosamente en algún lado y esa constante necesidad de tenernos cerca, de sentirse amados por nosotros, expresado por medio del llanto cuando son bebés, o llamándonos para jugar con ellos ya de más grandes o cuando buscan nuestra aprobación frente a cada cosa nueva que logran hacer o aprender. Desde que soy madre nunca me he sentido tan importante en la vida de alguien como en la de mi hija, de una forma que hasta me asusta, ¿Podré hacerlo bien?, ¿Cómo podré transmitirle amor? ¿Cómo haré para que se sepa amada y especial? Parece algo sencillo, o ¿yo lo pienso demasiado?, no lo sé, después de todo, el amor de una madre por sus hijos, se supone, debe ser algo natural, que fluya, y claro que amamos a nuestros hijos, pero... habrán momentos en que no nos sentiremos muy amorosas, ¿verdad? que mamá o papá no ha tenido esos momentos, por muchas razones propias de la vida de padres y por la rutina y entonces, asumimos que ellos lo entienden, que ellos saben que los amamos, si todo lo que hacemos es por ellos.
Aunque amo sinceramente a mi hija me doy cuenta que ella no siempre percibe ese amor, si por ejemplo me pide que juguemos y es que ella para jugar es incansable y yo le digo que tengo otras cosas que hacer, no importa cuantas veces le diga te amo o le explique, ella no dejará de preguntarme cada 5 minutos: ¿mamá ya jugamos? y sólo hasta que yo le diga: ya está bien, juguemos, la expresión de su rostro cambiará de triste a iluminarse por la alegría, y ver esa carita valdrá todo el esfuerzo que hice en ese momento en que lo que menos quería en el mundo era jugar, es allí que comprendo que el amor más que un sentimiento o una emoción, es una decisión, un acto de la voluntad expresado en acciones. Como dice la canción de Arjona: el amor es verbo, no sustantivo (genio). El amor no es algo que haga por mí, sino por el bien del otro, es increíble como la maternidad y los hijos enseñan más sobre el amor de lo que nosotros les enseñamos a ellos. Estas expresiones de amor dependerán de la personalidad del niño, pues no podemos ponerlos a todos en el mismo molde ya que no todos necesitan ser amados de la misma forma, es cuestión de observar al niño, si nuestro hijo es súper cariñoso, le gusta dar abrazos y besos, quiere decir que necesita esas expresiones de amor de sus padres o si el niño que recibe muchos juguetes al final no juega mucho con ellos quiere decir que lo material no le está comunicando amor.
A veces las demostraciones de afecto hacia nuestros hijos no surgen de manera tan natural y aunque las madres amamos a nuestros hijos aun antes de tenerlos en nuestros brazos, cuando todavía están en nuestro vientre, invertimos algún tiempo en poder expresarles nuestro amor, poniéndole música, cantándole o leyéndole cuentos a nuestra barriga, además de cuidar el embarazo, y la salud del bebé y todo esto lo hacemos en medio de las náuseas y el dolor de espalda, pero lo soportamos estoicamente y lo único que le pedimos a Dios es que venga sanito y cuando ya por fin los tenemos en brazos les acariciamos, los besamos, cuidamos y atendemos, aunque nos morimos de cansancio por las malas noches y cuando nos piden jugar con ellos lo hacemos aunque no tengamos ni ganas ni fuerzas y usamos una y mil formas para que ellos se sientan amados por nosotros, aún cuando ellos no conocen el significado de la palabra amor, puedes verlo en sus ojitos, en su sonrisa, ellos lo saben, son amados.
Pero así como nuestras acciones comunican amor, así también nuestras palabras, hace unos días mi esposo le dijo a mi hija a manera de broma, entre juegos: Ya no soy tu amigo, y eso porque ella, a veces, nos lo dice cuando está molesta, pero no le damos mayor importancia, sin embargo, en su caso fue distinto, esas palabras la hicieron llorar, en verdad mi pequeña hija pensó, por un momento, que su papá ya no quería ser su amigo, cosa impensable pues mi esposo la adora y saca tiempo de donde sea para estar con ella, bastó que le pidiera perdón y todo quedó olvidado. Los niños realmente se toman muy en serio lo que los padres les decimos y ellos necesitan saber que les amamos pase lo que pase, eso no quiere decir que permitamos que se porten mal, pero creo que es importante que sepan que lo que no aprobamos es la mala conducta y que si ejercemos disciplina en ellos es justamente porque les amamos; que nuestro amor hacia ellos no depende de lo que hagan o no, nunca deberíamos de decirles o insinuar que sólo cuando se portan bien los queremos. Esto me hace pensar en lo poderosa que son las palabras en la mente y el corazón de nuestros hijos y si en vez de enfocarnos sólo en lo mal que se portan o criticarlos, más bien les afirmamos en sus fortalezas, en aquellas cosas que hacen bien, los empoderamos, que gran diferencia haríamos en ellos para impulsarlos y motivarlos positivamente y que forma más poderosa de expresar amor.
Lo que más necesitan nuestros hijos es amor, y nunca es demasiado. Los niños saben algo que los adultos hemos olvidado acerca de ser felices y eso es dar y recibir amor.
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