Tengo una preciosa hija a la cual a veces le digo “mi princesita”, la princesa de mi castillo, tengo otros apelativos cariñosos que uso con ella, pero este en particular me parece de lo más tierno y femenino, sin embargo tiene una especie de estigma y se que muchas feministas alzarían su voz por considerarlo sexista tal vez, no es mi intención y aunque se le digo de cariño, a mi hija no la afecta ni la coacciona, ni es lo que busco, simplemente no tiene la inclinación, ella prefiere ser una pirata y buscar tesoros, o ser una superhéroe, o construir torres con bloques y legos, o jugar a la doctora y de vez en cuando a la cocinita de tanto ver Junior Master Chef. Ella es femenina, es algo innato en las niñas, pero también es muchas cosas más y eso es algo que quiero que lo sepa bien. Ella tiene 4 años y está descubriendo el mundo y así misma y es mi misión como madre acompañarla e impulsarla en ese proceso, sin encasillarla, libre de estereotipos y de desventajas por ser mujer y eso empieza por casa, en la infancia. Tanto el machismo y el feminismo son el resultado de la crianza inculcada en los hogares de los que hoy son adultos, donde se hacen diferencias injustas entre hijos e hijas, esto se refleja en toda la sociedad, sociedad en la que estamos criando a nuestros hijos.
Los hombres son de marte y las mujeres de venus, pero estamos en el planeta tierra, osea iguales pero diferentes, pues si somos diferentes en muchos aspectos, hemos sido diseñados así, sin embargo nos merecemos los mismos beneficios, los mismos derechos, el mismo respeto, lo que al final beneficia a ambos géneros. Ni el hombre ni la mujer debe dominar sobre el otro. En una ocasión conversando con unas compañeras de trabajo, en el tiempo en que recién me había casado, les contaba que mi uniforme tenía una mancha que no había salido cuando mi esposo la puso a lavar, lo que las hizo estallar en carcajadas, era motivo de risa que mi esposo tambien lavara? los dos trabajabamos y los dos hacíamos las labores de la casa por igual, hasta ahora es así, basta con decirles que fue él quien me enseñó a cocinar; ellas eran solteras así que lo único que atiné a pensar era en lo injustas que serían sus vidas de casadas por ese machismo enraizado en sus mentes. En muchos casos estas chicas vienen de hogares en donde las hermanas atienden a los hermanos y ayudan en las tareas de la casa a pesar de que ambos asisten a la universidad. Hogares en donde “los niños no lloran” y no hacen ciertas “cosas que son exclusivas de mujeres”.Tengo un precioso sobrinito, inquieto y travieso pero al cual le gusta jugar con muñecas, “bebes” dice él, cuando viene a mi casa juega con las muñecas mientras que mi hija juega con los bloques, hasta que se aburren y juegan a otra cosa; sólo puedo pensar que será un gran padre y lo que hace lo hace por imitación, es lo que ve en su papá, pues él también cambia pañales.
Pese a los cambios que ya se han dado, aún seguimos viendo diferentes estereotipos de ambos géneros en la tv, medios y redes, unos más distorsionados que otros, como madre de una pequeña niña, que es mi tesoro mas preciado, me preocupa y mi instinto de protección se enciende frente a lo que veo, el concepto de mujer reducido al objeto sexual. Nuestras hijas están creciendo bajo una enorme presión, influenciadas por los íconos del momento, role models con cuerpos perfectos pero vacías por dentro, que deforman la imagen de la mujer y la imagen que nuestras niñas tienen acerca de si mismas, lo que las lleva muchas veces a despreciar su propia apariencia.
De repente les puedo sonar como una Cucufata, santurrona pero no lo resisto, me asusta, cuando sales a lugares concurridos y ves que la calle se ha vuelto una pasarela de adolescentes y preadolescentes (e incluso más pequeñas) con micro faldas y tops de una forma que nunca quisiera ver a mi propia hija, la pregunta es ¿Quién les compra la ropa?. Ante esto la verdad que la imagen de “la princesita” ya no me parece tan malo, puesto que nunca he visto una princesita con tanga o diciendo groserías, no son promiscuas, esperan por el príncipe azul y no andan por allí besando a un montón de sapos "florosmonses".
De repente les puedo sonar como una Cucufata, santurrona pero no lo resisto, me asusta, cuando sales a lugares concurridos y ves que la calle se ha vuelto una pasarela de adolescentes y preadolescentes (e incluso más pequeñas) con micro faldas y tops de una forma que nunca quisiera ver a mi propia hija, la pregunta es ¿Quién les compra la ropa?. Ante esto la verdad que la imagen de “la princesita” ya no me parece tan malo, puesto que nunca he visto una princesita con tanga o diciendo groserías, no son promiscuas, esperan por el príncipe azul y no andan por allí besando a un montón de sapos "florosmonses".
¿Qué aspiro para mi hija en un mundo que le dice que sólo debe preocuparse por ser una cara bonita o ser “sexy” o que no puede tener las mismas opciones que sus pares del sexo opuesto? quiero que sepa que su valor humano no depende de su atractivo físico, pero que es bella así como es, que puede usar su mente, su inteligencia, sus habilidades y ser creativa; que le está permitido ser ella misma, con sus propios gustos, con su individualidad, con aquello que la diferencia de los demás y la hace especial y que puede seguir lo que le apasiona, descubrir su propio camino, su vocación. Nuestros hijos están llenos de potencial pero necesitan que nosotros les ayudemos a verlo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Gracias por tu comentario.