“Quisiera que mi hijo ya crezca para hacer más cosas con él” o “que crezca para que ya deje los pañales o la teta”, cuántas veces escuchamos o decimos estas cosas, y no sé a qué se debe, pero algunas veces tenemos ese deseo de que el tiempo pase rápido, que ya pasen los terribles 2 y luego los terribles 3, que ya caminen, que ya hablen. A veces queremos que crezcan y otras que no crezcan, en fin, ¿quién nos entiende? Recuerdo que cuando Ana Paula era bebita en algún momento lo pensé, veía a otros padres con sus hijos más grandes jugando en el parque, mamis con sus hijas comiendo helado y entonces me encontré a mi misma soñando con el día en que ella haga lo mismo, que corra por la casa o que hable y conversemos (sin imaginarme que eso es lo que hace ahora incansablemente tooodo el día). Es muy común ese deseo, y no es que sea algo malo, pero me di cuenta que al desear o pensar así, no estaba poniendo atención al momento, ni disfrutando esa etapa en particular de la vida de mi hija, es decir, me la estaba perdiendo, la vivía pero no la disfrutaba, no la saboreaba con todos sus altos y sus bajos, pues cada etapa tiene sus matices y cada fase es única, ésta pasa rápido y no vuelve a repetirse, todas las etapas llegan a su fin. Una vez leí esta frase, que cambió mi percepción y siempre vuelvo a ella para no olvidarme de esto:
“El día de hoy no lo volverás a vivir con tus hijos, mañana serán un poquito más grandes de lo que fueron hoy. El presente es un regalo, respira y date cuenta de ello. Huélelos, tócalos y estudia sus caras y sus piecitos y ponles atención! Vive el encanto del presente. Disfruta hoy mamá...se acabará antes de que te des cuenta.” Jen Hatmaker
Queremos que crezcan para poder compartir con ellos actividades que de bebés no pueden o de repente pensamos que si ellos son grandes todo será más fácil, pues ya pueden hacer más cosas por sí mismos y luego, cuando crecen, empezamos a darnos cuenta de lo rápido que pasó el tiempo y entonces, ya no queremos que crezcan, nos da algo de nostalgia, a veces el tiempo parece lento y de pronto pasa muy rápido. Y es que cada fase, cada etapa, trae sus propios afanes y sus cosas lindas, vienen cosas nuevas y algunas otras quedan en el pasado, junto con recuerdos que atesoramos y que no se vuelven a repetir. Cuando caí en cuenta de la verdad de este hecho me propuse apropiarme de cada etapa, sin apuros, para que cuando pase tener la satisfacción de haberlo vivido al máximo, de haber estado allí, practicando el arte de vivir el presente y no tener la sensación de que simplemente el tiempo pasó delante de mis ojos y no me di cuenta, a tal punto, que se me hiciera difícil incluso recordarlo.
Ahora que Ana Paula en unos meses ya cumple 5 años, no lo puedo creer!, les puedo asegurar que esto es cierto, crecen rápido, una vez fue mi bebita que acunaba en mi pecho y hoy esta inmensa, todavía la puedo cargar un poco y sus piernas largas ya rozan mis rodillas, el sonido de su risa va cambiando, las rutinas familiares van cambiando, hoy requiere toda mi atención pero llegará el día en que ya no sea así..., son cosas imperceptibles a veces y un día de repente lo notas. Entonces por qué apresurarnos, por qué el empeño en que crezcan ya, ellos lo harán de todas maneras y a su ritmo, que sean bebés, que sean niños, que lo disfruten y nosotros a ellos, pues cada fase trae sus propios desafíos y sus bendiciones, y cada una tiene su propio encanto. Disfruta hoy mamá...se acabará antes de que te des cuenta.
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