martes, 4 de noviembre de 2014

#MIHIJ@ESLOMÁXIMO


Mi hija es lo máximo, es que es mi hija, claro; ¿qué madre no diría lo mismo de sus hijos?, es natural, los amamos, son preciosos para nosotros, especiales, cada logro, cada cosita nueva que hacen lo celebramos con alegría, se nos cae la baba por ellos. Siempre me ha encantado ver esa fascinación de los padres por sus hijitos, ese orgullo y satisfacción que sienten cada vez que sus pequeños desarrollan una habilidad nueva; esto es lo que yo también he venido ha experimentar el día en que me convertí en madre, pero lo que también he venido a descubrir es que en algunos casos este sentir puede realmente convertirse en una competencia descarnada para algunas, una carrera por quién llega primero, quién lo logra antes y mejor. No les ha pasado que ya desde el primer día que nace tu hijo, no falta quien diga: mi bebé cuando nació ya levantaba la cabecita..., mi bebé ya abría los ojos..., o mi bebé lactó sin problema..., mientras que tú estas sufriendo por lograr que aprenda a lactar; luego vienen las preguntas: ¿ya gatea?, ¿ya se para?, ¿ya le salieron los dientes? ó ¿qué todavía no deja el pañal?, ¿todavía no camina?, ¿todavía no habla? y la lista es larga. 


Ana Paula nació prematura de 32 semanas, salió de alta pesando poco menos de 2 kilos, frágil y pequeña y en su primera consulta de Rehabilitación recuerdo que uno de los consejos de la doctora fue: Cuando te pregunten ¿Cuanto tiempo tiene tu hija?, siempre réstale los dos meses de prematuridad para evitar comentarios como ¿porqué es tan chiquita? o parece de menos tiempo... y es que la doctora sabía algo que yo todavía ignoraba, la comparación, esos molestos comentarios con el fin de insinuar que hay algún tipo de retraso en el crecimiento de tu pequeño a diferencia del de la otra persona, ese afán de presumir de lo super avanzados que están sus hijos, sólo para alimentar el ego, ese hambre por reconocimiento y adulación. Es tentador, mas aún cuando nos damos cuenta que nuestro hijo hace algo mejor que el hijo del vecino, nos hinchamos como pavos reales, hasta aquí todo bien, pero ¿qué pasa cuando llevamos esto más allá con la intención de querer demostrar que nuestro hijo es mejor que los demás?, que es algo así como un ser superior, aquí hay que ir con cuidado.



Cada niño se desarrolla a su propio ritmo, Ana Paula ha tenido, digamos, un desarrollo normal en algunas áreas, en otras se adelantó y en otras demoró pero al final ha logrado cada una de ellas, y a pesar de haber recibido este tipo de comentarios comparativos mi esposo y yo siempre hemos tratado de mantenernos ecuánimes (bueno mi esposo más que yo) y no dejarnos preocupar innecesariamente, porque la verdad es que sí puede llegar a afectarte y a pensar que en realidad algo pasa con tu niño, admito que al principio sí me afectaba pero ahora ya estoy más curtidita. Con todo hemos tenido confianza, y hemos evitado dejarnos llevar por las comparaciones, pues sabíamos que en su momento ella lo iba a lograr, ya sea gatear, caminar, masticar, hablar, dejar el pañal, etc, algunas cosas nos costaron más que otras pero está bien, y creo que cada uno de estos logros se deben celebrar con orgullo pero por el simple hecho de que lo consiguió. Si lo logró rápido o demoró no importa; eso no la hace mejor ni peor, el punto es que no hay nada que probar, no tienes que convencer a los demás de lo especial que es tu bebé, ya lo es y punto, todos lo son. 



Amo a mi hija por ser quién es, una persona con talentos, virtudes y fortalezas dadas por Dios que poco a poco voy conociendo, impulsando y afirmando, pero también es una niña con defectos como todos y es que tenemos que ser realistas con respecto a nuestros hijos, nadie es perfecto, si les damos la impresión de que ellos son una especie de superniños excepcionales ¿cómo podrán reconocer sus propias debilidades como seres humanos?, sus limitaciones y su fragilidad, una realidad que no podemos evadir, pues si lo hacemos esto puede volverlos soberbios, con un sentimiento de autosuficiencia y sobrevaloración de sí mismo por encima de los demás y no en una correcta autoestima. Al final les estamos creando un daño, dándoles un concepto distorsionado de su persona generado desde un principio por nosotros mismos, los padres.

Es mejor que cada aprendizaje fluya con naturalidad, en mi caso puedo decir que ha sido menos angustiante cuando no he comparado y he seguido mi instinto, siempre hay que procurar estimular a los niños en cada área pero sin preocuparnos demasiado y cada día nos sorprenderemos de la capacidad que tienen para aprender. Sé que mi hija no puede ser buena en todo, pero anhelo que sea la mejor ELLA que pueda ser, que se esfuerce pero sin estresarse por no ser la número uno. Cada niño es especial y único así que relájate mami, tu hijo es lo máximo así como es.
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