En el camino a casa tratamos de que Ana Paula nos contara qué había pasado, luego de un rato nos lo dijo: un niño (pongámosle “Pablito”) le había gritado en la oreja. Nuestras luces de alerta parental se encendieron, un poco por el hecho en sí pero aún más porque PABLITO era un nombre que ya habíamos estado escuchando seguido en la boca de mi hija: Pablito me tiró arena en los ojos, Pablito me tumbó mi torre, y ahora Pablito me gritó en el oído. Esto sumado a que en los días anteriores Se había levantado sin querer ir al nido, cosa rarísima en ella que siempre le ha encantado.
Cuando mi hija empezó el nido e incluso desde la Estimulación temprana nuestro temor a los niños pegalones y agresivos ha estado presente, cuando son pequeñitos es normal que no presten sus juguetes, que se jalen las cosas y eso, pero cuando van creciendo son más conscientes. Ya le habíamos estado enseñando a no dejarse y hacerse respetar pero Ana Paula es una niña dócil y dudo que mi flaquita pueda defenderse de un niño más grande y fuerte que ella. Nose si me tilden de sobreprotectora pero en este caso mi instinto me decía que esto ya había que tomárselo en serio. Los especialistas señalan que el bullyng puede darse en el jardín de infancia, no es broma. Ahora con Ana Paula teníamos ese temor ¿Este era el caso?
Una vez que llegamos a la casa le di Panadol para el dolor de oído, llegada la hora de dormir le volvió el dolor, le di nuevamente Panadol, pero a eso de las dos de la mañana Ana Paula con fiebre y tos, ya se imaginarán, a controlarla para que al día siguiente la vea el médico. Gracias a Dios la fiebre se debió a una infección de la garganta que ya tenía en curso y al parecer el grito del niño y la garganta inflamada le produjo otitis, de ahí el dolor. Ya para esto me había comunicado con la maestra para dejarle saber lo que mi hija me contó y para que tome las medidas correctivas, a lo que me dijo que estaba reuniéndose con la abuela de Pablito para conversar sobre esto y otros temas. Sin embargo esto no nos dejó tranquilos, ¿sólo van a conversar?, ¿y los padres? ¿cómo van a abordar esto?, ¿qué es lo que realmente está pasando?, ¿la psicóloga va a intervenir?, ¿cuál es su método de disciplina?, si es que lo hay.
Cualquier padre puede entender estos sentimientos así que hicimos lo que teníamos que hacer, hablar con la directora, exponer nuestra preocupación, respaldar a nuestra hija. Es necesario que esto se maneje pronto tanto por el niño hostigado así como por el hostigador porque esto se puede convertir en un hábito, ellos son chiquitos en formación, aquí entramos los adultos, es nuestra responsabilidad, de otra forma esto va en aumento, el niño se va volviendo más violento, primero te molesto, luego te pego y así y por otro lado hay que considerar que este comportamiento influye en otros niños y ya no sólo es él, sino que otros niños se suman. Así que lo conversamos con la directora, el niño tiene problemas en casa, cosa que ya nos imaginábamos, no tiene fijación en molestar a nuestra hija- nos dicen- pero sí es muy inquieto en clase, lo está viendo la psicóloga, no le gritó al oído a Ana Paula pero sí gritó en el salón, digamos que no hay hostigamiento pero sí un mal comportamiento, sea cierto o no, nos deja tranquilos saber que no ignoran el caso y están actuando, por otro lado nosotros les estamos dando un mensaje: no lo vamos a dejar pasar. Ana Paula sigue feliz asistiendo al nido lo cual es una buena señal, pero no hemos bajado la guardia.
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